El ardor
Desde chico me gustó el olor de
la nafta. Incluso me iba a una estación de servicio cerca de mi casa para estar
cerca de los surtidores. Los empleados me dejaban ayudarlos y cada tanto me
daban unos pocos billetes. Pero a mí no me importaba en absoluto eso: mi mayor
premio era el aroma profundamente dulce y excitante de la nafta. A veces me
llevaba un bidón lleno de súper a mi casa y cada tanto, siempre de noche, le
daba un sorbito. Me destruía la panza, pero no podía dejar de hacerlo. El
médico de la guardia del hospital ya sabía mi nombre y me retaba. Después era
mi papá el que se hacía cargo y me pegaba con la chancleta en la nuca. “¿Por
qué lo hacés, Pendejo?”, me preguntaba. Yo en vez de contestarle vomitaba.
A medida que pasó el tiempo, dejé
de tomar la nafta para empezar a usarla como combustible de mis experimentos. Con
un amigo empezamos a juntar distintas cosas (maderas, plásticos, telas,
metales, y mucho más) y las hacíamos arder por el simple placer de ver al final
las cenizas. Lo hacíamos en un descampado que había cerca de nuestro barrio.
Nadie nos molestaba. Eran tardes hermosas de vino y del calor de nuestro fuego.
Y fue una de esas veces en las
que mirábamos el cielo completamente borrachos que uno de nosotros, no recuerdo
cuál, se preguntó en voz alta por el olor de la carne humana al fuego. Nos
incorporamos casi a la vez. Miramos el bidón y quedaba bastante súper. Nos
paramos y el pensamiento del ardor de la carne nos hizo pasar el pedo un toque.
Ahí recuerdo claramente que la pregunta fue mía: “¿tu casa o la mía?”
Walter Lezcano
Sobre el cuento
Nació de una invitación de Tiempo
argentino a escribir a partir de una foto. Y el fuego siempre me pareció un
material que podía dar para mucho. Lo que pasa es que siendo algo tan
peligroso, pensé, de alguna manera hay que estar enamorado de él para
manejarlo.
Misteriosamente, lo escribí con
mucha rapidez. Fue cosa de ver la imagen y que surgiera la voz, que es lo único
que necesito para que surja la historia. Y pienso que, tal vez, sea una
historia que se puede continuar, que tiene una vida más extensa. Tal vez.
Bio
Docente de Literatura en colegios
secundarios.
Editor en Mancha de Aceite.
Periodista freelance: aparecieron
textos en Crisis, Brando, Revista Ñ, Rolling Stone, Ni a palos, Eterna Cadencia,
suplemento Cultura de Clarín, Radar de Página/12, suplemento Cultura de Tiempo
Argentino, Inrockuptibles, Bacanal, Otra Parte y Anfibia.
Publicó
Jada Fire (Difusión Alterna, 2011), Los Mantenidos (Funesiana, 2011), Tirando
los perros (Gigante, 2012), 23 patadas en la
cortito y contundente, te lanza una llamarada y te deja la cabeza prendida fuego.
ResponderBorrarfelicitaciones Walter Lezcano!
flavia