martes, 31 de marzo de 2015

BEGONIA MORADA
               

              Iribarren trasplanta, llorando,  la begonia  morada  en el cantero, un metro y medio de ancho y tres de largo en un patio de siete por siete. Dos meses para construirlo; día y medio para la tierra y las plantas. Sentado en el piso mece su tronco y presiona sus sienes con las palmas. Respira entrecortado. Tiembla. Cagón, soy. No aguanto más los nervios. Ducha y cama es lo que necesito, no pensar.
              Dormita un par de horas. El timbre lo sobresalta. Se asoma por la ventana. Es Tévez su compañero, de particular.
              _  ¡Hola, Vasco! No te pregunto cómo andás, más alterado que…
              _  Ando… Menos mal que viniste.
              _ ¿Cómo no iba a venir ?Tranquilízate y despejá un poco la cabeza.
              _ ¿Les dijiste a los demás, Tévez?
              _ No,  no quiero armar bardo, esperemos, por ahí aparece. Cuando me llamaste estabas del otro lado…
              _ ¡No, si voy a estar chocho!
              _ Eso no te va a ayudar, Vasco. Si se fue el jueves a las nueve de la noche, dando un portazo, hoy es domingo, once de la mañana.
              _ Sé lo de setenta y dos horas, Tévez
              _ Con más razón ¿Te vino la locura? Esperá otro par de días.. Me dijiste que estaban peleando mucho ¿ Por qué?
             _ Me metía los cuernos con un pendejo de veinticinco, ya de antes de casarnos. Pensé que con el matrimonio se iba a arreglar.
             _ Lo peor que pudiste hacer.
 Ahora, con la ley, la poli no me podía decir que no, los iban a acusar de discriminación, pero nunca se pudieron bancar  que yo fuera gay.
             _ Somos una brigada federal, Vasco.
             _  No me terminé de recuperar de la baja, Tévez.
             _ Te fuiste con todos los chiches. Lloraban hasta los más turros. No le des al pasado.
             _ No es tan fácil. Tévez. Y vos ¿ venís de servicio?
               _  ¿Estás jodiendo, no ves que me pongo en una situación de mierda? Vos me llamaste desesperado a la madrugada. Te dije que nadie sabe ¿Qué pasó, se cagaron a palos?
              _ No tan así, discutimos.
              A Iribarren lo apreciaban, lo consideraban buen compañero y firme cuando había que actuar, pero era homosexual y eso era muy difícil. La Policía  soportaba la situación mientras fuera tras los muros. Cuando decidió casarse con otro oficial, la legalización de lo insostenible, puesta como en la mesa de autopsias, colmó la tolerancia. Era una amenaza al equilibrio de la institución. Un hecho que esa brigada no podía sobrellevar. Iribarren y Sánchez tenían que irse. Eligieron un procedimiento de alto riesgo en contrabando y depósito de cocaína con quince días de reclusión previa para estudiar bien el caso, seguros de que iban a tener un desempeño impecable. Así fue y al mes ya les habían dado la baja honorífica, un retiro con discursos, orquesta y lágrimas. Todos aplaudían y agradecían  los años que habían pasado juntos. El homenaje era para Iribarren, pero se lo llevó Sánchez también, a pesar de que lo consideraban mal tipo y fanfarrón.
            Tres meses después del casamiento Sánchez llegaba a la noche muy tarde, nada más para pelear un rato, hasta que un día ya el amor se había terminado, Iribarren no aguantaba ese dolor que él comparaba con una picana en el alma. Se entregó a su otra pasión, las refacciones de su casa. Era fuerte  y hacía todo sin ayuda, les había arreglado las casas a los compañeros, que lo llamaban a menudo. Le encantaba arreglar los hogares ajenos aunque en el propio no podía  terminar nada. Las cosas muy de a poco, como una gotera, como la soledad_ solía decirse. Faltaba mucho, los pisos, la pintura, las aberturas de las puertas, el cantero de cemento que había empezado dos meses antes de la última pelea.
          _ Buen, mostráme un poco la casa. Antes de que abrieras estaba mirando el cantero, de diez, lástima que lo demás parece un desarmadero.
          _   …Estoy mal, Tévez. No me aguanto. No doy más.
          _ El tiempo, Vasco, el tiempo. Mirá, yo también tuve una época, lo pasé jodido, pero después uno se olvida. Te iba a decir… me gusta así el cantero, formando rectángulo con la pared lateral del patio ¿ A ver cómo lo hiciste?
          _ Mejor acompañáme al desván, te lo muestro y de paso me venís bien, da    miedo estar ahí. Hay que salir y dar la vuelta.
         Van a subir la escalera y  como por reflejo Tévez, lleva la mano a su costado.
­         _Te olvidaste la 9 mm, oficial.
         _ ¡...Y la linterna! Prendé la luz hacéme el favor…
         El galpón aéreo desborda cosas. Nunca se ha limpiado. El piso se ve como en borra. Hay vigas tiradas tapando la  luz de la poca ventana.
         _ ¿Tuviste miedo?
         _ Un poco, Vasco, pero queda claro, este despelote es tu locura.
         _ Pasa, Tévez, uno compra y tres meses después todavía no se animó a subir. Donde vivíamos antes no había altillo.
         _  No está mal este desván, si lo arreglás.  Che ¿Compraron ganancial?
         _  Afirmativo, señor.
         _ ¡ No me torees más, Vasco ¡Estoy jugando mis huevos! ¡Vamos! La humedad es insoportable.
          Bajan y con aire distraído Tévez camina la casa.
          _ Contáme qué plantaste en el cantero, Vasco, así me das idea para el mío. Es lo único que te dio ganas de laburar! ¿Es hasta el suelo?
          _ No, es como el que te hice a vos, a la tierra.
          _ Vi que el cemento está muy húmedo, lo terminaste hace dos o tres días.
          _  Sí, lo fui haciendo con mucha fiaca.
          _ Y trasplantaste entre ayer y hoy.
          _ Ya me lo quería sacar de encima… ¿Y vos cómo vas con tu compañero?
          _  Para la mierda. Muy  plano, no se puede hablar de nada, no le importa de nada, mirá, apenas sé que es casado y tiene dos hijos.
           _  Bueno, yo estaba siempre abriendo la boca para decir algo, no podés pretender…
           _  El equipo se dispersó. Quedó cada uno por su lado, pisando la cuerda.
           _ Como todo el mundo.
           _ No me filosofes, Vasco,  vos convertías cualquier quilombo  en un chiste.
           _ Mirá, el espíritu de joda se me fue al carajo.
            _Mucha tirria con lo tuyo pero todo el mundo se divertía. Ahora, siempre malas caras.
         _ Pará, che, no me vas a decir que solo puedo tanta maravilla ¿ Me voy y todo el mundo se jode? Te me estás quejando como una vieja.
         _ Y a mí, hasta me habías enseñado a disfrutar a Eric Clapton. A veces lo escucho. Me acuerdo del tipo de cosas que decías. No las volví a oír nunca más.
         _ Eso porque soy puto.
        _ No, porque sos especial,  siempre estás… viendo el mundo de otra manera, y bueno, hasta yo trataba mejor a los presos. Empecé a mirarlos como personas, después volvieron a ser cosas.
        _ Entre nos, Tévez ¿vos me armaste ese procedimiento de mierda para que me fuera como héroe?
        _ Sí y no, el comisario también, él te quería mucho.
       _  ¡ Ah, ya veo cómo me querían. Los del aguantadero casi me matan, che! Da para pensar…
       _ ¿Desaparecían  los dos y un problema menos? ¡No! No te iba a pasar nada.  A vos no te temblaba la mano a la hora de  gatillar, y nunca pegaste más de un tiro.
       _ A vos tampoco te temblaba, Tévez.
       _ Por eso nos pusieron juntos, Vasco. Decime,  antes de irme ¿Vos… volverías?
       _   A qué, a coserles los uniformes?  Me dieron la baja al mes de casarme.
       _ Digo…imaginando.
       _ ¡Claro que volvería!
       _ ¡Eso sólo quería saber. Eso sólo!
       _ No depende de mí, Tévez, y ya fue. Te acompaño.
       Salen de la puerta de casa. Tévez se acerca otra vez al cantero.
       _ ¡Qué color esa begonia!
       _ La morada, a él le gusta, Tévez.
       _  ¿ Fue lo último que plantaste?
      _ Sí.

      _ Parece un homenaje.           

Silvia Cristina Travi

BEGONIA MORADA nació de una idea que tuvimos con una amiga de escribir algo sobre el matrimonio igualitario que fuera a la vez policial. Y el homenaje es a la hermosa begonia morada que cultivo en mi cantero y no me canso de contemplar.

Silvia Cristina Travi nació en Primera Junta, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estudió Letras y Psicología.Es autora y sus cuentos han sido seleccionados en varias oportunidades para formar parte de antologías literarias.

1 comentario:

  1. fantástico este cuento de Silvia Travi! qu é alegría verlo publicado así! El blog está quedando fantástico! felicitaciones a todos! y un beso enorme para Silvia y para Os!

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