jueves, 25 de junio de 2015

  la poesía puede presentarse al lector 
bajo la apariencia de muchas encarnaciones 
¿pero cuál es la figura verdadera 
de este inagotable calidoscopio? 
Todas y cada una
Todas y cada una
La más libre, la más trascendente sin retóricas, 
la no convencional, la que está entretejida 
con la sustancia de la vida 
llevada hasta sus últimas consecuencias.
 Olga Orozco

Todos los días Carlos Battilana
maneja su camioneta
desde la Autopista del Oeste
hasta el portón de su casa
en Hurlingham, el Conurbano Profundo.
Todos los días Battilana
entra a su casa y siente
el calor del hogar que lo recibe
pero también el frío
ese viento leve
que nadie sabe de dónde
pero sin embargo sopla.
Todos los días
se acerca hasta su biblioteca
se sienta en su escritorio
y escribe
o re escribe
o corrige
o edita sus poemas
¿y qué ven los ojos de Battilana
cuando levanta la vista?
a través del vidrio de la ventana
ve su jardín
un jardín
sin lujo ni estridencias
un jardín de un árbol
un poco de pasto
un poco de tierra
y nada más
y mirándolo
lo desgrana
lo comprende
busca tocar su superficie áspera
y entonces escribe un poema
y después otro
y otro más ¿pero entonces
qué ven realmente
los ojos de Carlos Battilana?
sus ojos cuando está en su biblioteca
o en una clase en la Facultad
o leyendo a Estela Figueroa a Martí a Temperley
a Darío a Inchauspe a Vallejo?
Yo estoy convencido, para mí
todos los días
como buen poeta
Battilana levanta la vista y ve palabras
en el parabrisas de la camioneta, por la autopista
en su casa, rodeado de su familia
en su trabajo
en su jardín
en el dolor
Battilana siempre ve palabras
como hojas
llevadas y traídas por un viento leve
o como estampillas, que caen desde cielo
hasta sus manos de filatelista
protegido por la noche
en la delicada riqueza de su mundo pequeño
ese mundo de palabras palabras
palabras como una acumulación
este libro es eso
Un western del frío es una acumulación
Un cofre lleno de hielo
Una colección de estampillas
Las hojas del otoño en un jardín del Conurbano
Carlos Battilana en una sala de cine
con un viejo proyector funcionando
y el polvo de la sala
iluminado y en la pantalla
una película en blanco y negro
una película proyectando un jardín
y las hojas moviéndose o quietas
con todo el frío toda la calidez todo el amor
de la palabra en movimiento
justo como quiere Olga Orozco
sin tanta retórica
con la materia de la vida
llevada hasta las últimas consecuencias


Patricio Foglia

Texto leído durante la presentación de "Un western del frío", de Carlos Battilana
publicado por Viajero Insomne

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